jueves, 29 de marzo de 2012

Deliciosa shemale de culito redondito y tetas sabrosas mmm

Que culito que tiene me dejo con las ganas tengo la verga dura y lista, y ese par de tetas sabrosas igual que esos labios carnosos y esa mirada de diabla mmmm a esta me la como lentamente y con muchas ganas






Culito sabroso de shemale de piel canela

Un mujeron asi me receto el medico mmm que cola mas redondita y carnosa mmmmmm





lunes, 26 de marzo de 2012

viernes, 9 de marzo de 2012

Deliciosa mujer shemale de boca sensual, culito carnoso y sabroso, y de fierro como les gusta a algunos

Un mujeron miren esa carita picarona, esos labios carnosos, esas tetitas mmmm estan sabrosas, ni que decir de su colita redondita carnosa y sabrosa como me gustan mmmm esta como quiere esta preciosidad, un bombon digno de comerse... mmmmmmm sabrosa ....











Shemale de culito perfecto mmmm sabrosona mmmmmmm


miércoles, 7 de marzo de 2012

Travesti de culito delicioso, sabroso y redondito mmmm se me puso dura la verga mmmm

Tiene un culito delicioso, sabroso y apeticible, como dicen esta dable, que mujeron de shemale, que par de tetitas, y que culito sabroso esta hecha toda una reina













martes, 6 de marzo de 2012

Preciosidad de semale mostrando el culito, las tetas y la verga

Que par de tetas tiene, ni que decir de ese delicioso culito esta bien carnoso y sabroso, y para los que les gusta la verga uuu que pollon ja ja ja ja













Una historia que me mandaron esta buena
SERVIDORA SOCIAL

Rescaté una foto antigua de un baúl que guardo en el desván. La tenía bien escondida, bajo llave, junto con otras, que iré mostrando poco a poco. Creo que ésta fue en el otoño de 1996, cuando yo tenía 17 años recién cumplidos. Trabajé como camarero en un club social de la tercera edad. Trabajaba para ahorrar un dinero para ir a la universidad. Por alguna razón que desconocía, en ese club social eran todos hombres. Como aún hacía calor, yo llevaba una camiseta blanca muy corta que se me subía por encima del ombligo al caminar, por efecto de mis prominentes caderas (a los quince había empezado un tratamiento de hormonas). El pantalón de algodón tenía el elástico de la cintura roto, y al contrario de la camiseta, se bajaba. Como yo llevaba la bandeja de arriba a abajo con las dos manos, cuando llegaba a las mesas el pantalón había resbalado por mis caderas, y apenas se aguantaba allí donde acaba el vientre y empieza el pene, haciendo evidente que no llevaba braguitas debajo. Al principio lo pasé mal. Intentaba aguantar la bandeja con una mano y subirme el pantalón, pero casi se me caen las cervezas, así que no lo volví a intentar. Ni que decir tiene que esto excitaba muchísimo a los señores que había allí, y  yo iba notando las miradas disimuladas y los evidentes silencios cuando me acercaba a las mesas. Recuerdo que era como si aguantasen la respiración, hasta que dejaba la bandeja en la mesa y me subía el pantalón. Pero al pasar entre las mesas, alguna mano me rozaba tímidamente las nalgas. Empecé a divertirme con aquello cuando vi que casi todos trataban de mirarme disimuladamente, como si les diera vergüenza que los compañeros de mesa los pillaran. Al lado de la ventana, un grupo de hombres jugaba a los dados en una mesa con tapete verde. Me pidieron que les llevara diez cervezas. Al  agacharme para sacarlas de la nevera yo ya era consciente que mis pantalones no estaban en la cintura. Cargué las botellas en la bandeja y salí de detrás de la barra. El barullo general se convirtió en un silencio total a la que dí tres pasos. A medio camino, el pantalón se aguantaba en el inicio de mi pene, que había adquirido algo de volumen, aunque no estaba del todo erecto. Notaba ese ardor que sentía siempre que me excitaba, justo en la zona entre el escroto y el ano, la que a mí me gusta llamar "mi coñito". Notaba como las paredes de mis nalgas carnosas se rozaban entre sí al caminar, y como los hombres me miraban ya descaradamente. Cuando llegué a aquella mesa, apoyé mi vientre sobre una de sus esquinas, de manera que entre mi cuerpo y la mesa evitaba que cayera el pantalón. puse la bandeja sobre la mesa y empecé a repartir las bebidas, pero sin intentar levantar el pantalón. Los cinco tipos que estaban jugando me rodearon de inmediato, y otros tantos vinieron de otras mesas, y se pusieron alrededor. Alguien puso su mano en mis nalgas, y como si se hubiera abierto la veda, un montón de manos empezaron a manosearme todo el cuerpo. Muchos me querían besar, pero a mí eso no me gustaba. Los más atrevidos se sacaron la polla fuera, pero solo un par de ellos la tenía bien dura. La mayoría de ellos, al tocarla (me llevaban la mano hasta su polla) la tenían más bien blanda. Uno me metía los dedos entre las nalgas, los sacaba, se los chupaba y con los dedos mojados me acariciaba el ano hasta que me metía el dedo dentro, primero uno,  luego dos, y cuando yo notaba que me dolía le apartaba la mano, pero el tipo volvía  a meterme los dedos. Otro me masajeaba los huevos, otro me chupaba las tetas y mordía mis pezones, mientras que el que me había pedido las cervezas se agachaba para chuparme la polla. Pero uno de los que la tenía más dura, el de la camisa azul, me ordenó que me pusiera sobre la mesa, y estando allí me metió la polla en la boca. Yo recuerdo que le hice una mamada profunda, una de las mejores que recuerdo, y fué la primera vez que un hombre se corrió en mi boca. En ese momento me dió asco, y cuando la retiró de mi boca quise escupir todo aquello tan salado en el suelo, pero al alargar el cuello para no hacerlo sobre el tapete verde, otra polla penetró mi boca y parte de la leche cayó sobre el tapete y parte me la tragué. Creo que chupé cinco pollas, y mientras mi boca se llenaba de semen, oí como se organizaban para follarme, pero no todos pudieron. primero porque yo hasta entonces había hecho el amor pocas veces, (me dolía mucho cuando me penetraban) y en consecuencia tenía el ano, digamos, pequeño. Y segundo porque algunos de esos hombres eran muy mayores, y no se les ponía bien tiesa como para penetrarme. En cambio el tipo de la gorra, que siempre estuvo como apartado, supongo que porque le daría asco que yo tuviese pene, vino casi al final, cuando ya lo habían intentado siete u ocho tipos, me cogió por la cintura, me hizo darme la vuelta, y boca abajo sobre la mesa, con una pierna encima y el pié derecho en el suelo, y bien separadas las piernas, me apartó las nalgas hasta el dolor y me la metió de a poco,  sin apretar demasiado, hasta que la tuvo dentro, y entonces, cuando ya resbalaba bien, me folló el ano a buen ritmo durante un rato que a mi me pareció larguísimo, porque yo ya me había corrido dos veces, y empezaba a estar cansado, y porque los demás ya empezaban a retirarse, sin decirse una palabra, limpiándose con las servilletas la polla, y acomodándose los pantalones mientras se dispersaban. Uno que tenía una Polaroid me sacó esa foto en algún momento, y me la regaló. Curiosamente, al día siguiente nadie comentó nada, y muchos de los hombres que ví aquel día no volvieron por allí, al menos durante los dos meses que trabajé allí. En los días siguientes, varios tipos me propusieron ir a su casa, pagando, y algunos me follaron en los servicios. En dos meses pude sacarme el dinero de la matrícula para la universidad. A veces pienso que si en aquella época hubiera existido el Viagra, esa noche hubiera tenido que volver a casa reptando.